El otro día tomando un café con un compañero estuvimos recordando
nuestros inicios.
Recordamos a Gertrudis, una compañera que
estaba loca de remate y que durante el periodo de formación en la academia, el día que nos
entregaron la armas murmulló:
"Por fin... ¡No eres un autentico policía
hasta que no empuñas un arma!"
PODEEEER ILIMITAAAAAADOOOOOO
Muy siniestra....
Yo siempre supe que usaría mi arma para hacer el bien.
(Por cierto, por tranquilizaros no aprobó el periodo de formación)
Fue entonces cuando me acordé de una anécdota que me ocurrió mi
segundo día de trabajo.
Las armas nuestras son personales y se
guardan en un almacén de armas, para lo cual cada uno tenemos la llave de
nuestro cajón.
La oposición de policía se divide en tres
partes, fase oposición, fase formación y fase de prácticas.
La oposición son los exámenes de acceso
La formación es en la academia donde te
instruyen
Y la de prácticas es, como su nombre
indica, cuando estas de prácticas, y tienes que hacerlo muy bien porque si te
metes en berenjenales puedes acabar con todo el proceso.
Bueno, tras mi primer día de trabajo, fui al almacén de arma, que, para que os hagáis una idea, es una pared llena de
cajones metálicos, en los cuales cada uno tiene su propia llave, al cargo de
cada agente.
¡A VER SI ME JUBILAN YA COÑO!
Fui a guardar mi arma en su cajón. Lo abrí,
metí el arma y la cerré. Y la llave al llavero.
Al día siguiente, al empezar mi servicio,
me puse el uniforme y fui a por mi arma, abro el cajón y... ¡NO ESTABA!
El extraviar el arma era una falta MUY
GRAVE, y estando en prácticas solo podía significar una cosa, ¡A la puta calle!
Así que:
Fui corriendo a la taquilla donde guardo el uniforme, botas, mochila etc, La vacié
entera, nada.
Miré en el baño por si la dejé el día
anterior, nada.
Me empezaron a dar mareos y a sentirme
fatal, empecé a pensar:
"¡A ver céntrate Planetgradius!, ¡Que
hiciste ayer con el arma!"
Pero por más que pensaba y pensaba siempre
llegaba a lo mismo... Estaba convencido que la había metido al cajón, de forma
que volví al almacén de armas.
Una vez allí inspeccione al cajón, y nada, tal como vi antes, ni rastro del arma.
No sé porque me dio por meter la
llave en el cajón adyacente al mio, intento girar la llave y... ¡GIRA!
Miro dentro y... ¡¡¡SI!!!, ¡Allí estaba mi
arma! ¡¡¡¡¡Que alivio!!!!!
¡¡¡¡WIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIII!!!!
Culpa mía por no fijarme que estaba mirando en un cajón pegado al mio, pero no estaba
familiarizado con la ubicación exacta del cajón, al fin y al cabo, ¡era mi
segundo día de trabajo!
Indignado fui a hablar con encargado de personal y les conté
lo acontecido.
Me dijeron que las llaves eran generales y
que lo normal era que alguna valiera para otro cajón y tal.
Yo flipaba, porque claro, el arma es
personal, intransferible y muy importante como para que pudiera haber llaves que valieran en otros cajones.
¡¡¡Lo que sí que les dije es que, vale que se repitieran, pero coño, que por lo
menos que el cajón pegado al mío no se abriera con la misma llave, que lo mismo que
me ha pasado a mi le puede pasar a otro y que se quede con mi arma!!!
Bueno, yo al final tranquilo, porque ya tenía mi arma de nuevo, y al empuñarla me volvía a sentir un policía...
LOCO DE ALEGRÍA CON MI ARMA
Madre mía, qué despiste...
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