Un buen día
nos avisaron por emisora de un aviso de agresión entre dos mujeres en un
domicilio y que había de por medio unas tijeras y mucha sangre.
Al llegar al
lugar del incidente nos encontramos con una mujer de etnia sudamericana que
estaba intentando clavarle unas tijeras a otra, también de misma raza, y esta última,
aunque no estaba en estado de gravedad, si que presentaba varios cortes y
estaba con sangre.
Se consiguió
separar a ambas mujeres, y evidentemente, esta mujer fue detenida por agresión
y lesiones.
La mujer era
un bellezón, una gran belleza, y digo “gran” porque eran unos 100 kilos de
belleza más o menos…
Una práctica
bastante común en el oficio es que, durante el traslado, dar conversación a los
detenidos y preguntar qué es lo que había ocurrido, más que nada por saber su
versión de los hechos. Y en esta ocasión nos respondió lo siguiente:
“Pues verán
ustedes señores agentes, yo, aunque no se lo crean, soy un mujer muy muy buena.
Soy tan buena que tengo un corazón enorme, tan grande que puedo amar a tres
hombres.
El primer
hombre es mi marido.
El segundo
hombre es mi novio.
Y el tercer
hombre es mi amante.
A mis dos
primeros les puedo decir algo si les veo siéndome infieles, sin embargo, a mi
amante, al ser precisamente mi amante, no puedo decirle nada por irse con otras
mujeres.
Sin embargo sí
que puedo decir a otras mujeres que no toquen mis cosas, y eso es lo que he
hecho, darla un toque de atención para que no toque mis cosas, que como
comprenderían, es exactamente lo que ha pasado, ni más ni menos”
TOOOOOMAAAAAAAAAA
Y lo dice
todo convencida…
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